martes, 18 de marzo de 2014

Preguntas y respuestas sobre musicoterapia



1-¿Cuándo se considera que la música es terapia?
Cuando hablamos de terapia:
OBJETIVO: la persona que acude tiene una demanda de salud, ya sea para mejorar un problema o patología o para crecimiento personal, por ello se establecen unos objetivos terapéuticos.
TERAPEUTA: el profesional es un musicoterapeuta titulado, con conocimientos musicales y psicológicos, sobre el efecto de la música en la persona, sobre las enfermedades que pueden afectar a los pacientes y sus implicaciones, etc.
RELACIÓN: En terapia contamos con la relación terapéutica como uno de los puntos clave para que se produzca el cambio terapéutico; es una relación con alta intimidad en la que se ponen en juego emociones, sentimientos, etc. en la que se trabaja de persona a persona.
USO DE LA MÚSICA: En terapia la música es una forma de expresión, normalmente en musicoterapia la música que se utiliza es improvisada y no se valora la técnica, la afinación, etc. sino el valor terapéutico de esa música. Además el paciente no tiene por qué ser músico. La música sería un medio para la terapia.
FORMA: el paciente trabaja para mejorar su salud o conseguir sus objetivos y experimenta en sí mismo las emociones que surgen a causa de la música,  siempre con el apoyo del terapeuta.
FOCALIZACIÓN: en terapia, donde normalmente se trabaja con un solo paciente o un pequeño grupo, la atención es individualizada y se centra en la propia persona y sus necesidades.
PROCESO: En terapia el proceso es interactivo, experiencial y único para cada paciente.

2-Todavía resulta novedoso pero ¿desde cuándo, cómo y por qué se utiliza la música con fines terapéuticos?
La utilización de la música como agente terapéutico no es algo nuevo, distintas sociedades utilizaron la música en sus rituales de sanación, por ejemplo en los papiros egipcios antiguos, se hace referencia a la utilización de la música para la fertilidad de la mujer. Los griegos usaron la música sin implicaciones mágicas o religiosas, utilizándola para la prevención y curación de enfermedades físicas y mentales (Campos et al., 2003).
Entre la Edad Media y el Renacimiento se publican varias obras donde se habla de la música como apoyo a la curación como “Efectum Musicae” de Joannes Tinctoris y en España “Música Práctica” de Bartolomé Ramos de Pareja (Buil, 2008).
Tras el renacimiento la medicina y la música se fueron distanciando con el desarrollo de la medicina basada en principios empíricos.
En la década de los sesenta y setenta del siglo XX se recuperaron los temas clásicos, se comienza a considerar al hombre un ser bio-psico-social, unión de cuerpo, mente y espíritu dentro de un sistema social, donde la música puede influir a todos los niveles (Wigram, 2005).
Una de las pioneras fue Juliette Alvin, quien trabajó en Gran Bretaña con distintos tipos de pacientes, sobre todo niños autistas, escribió varios libros sobre musicoterapia y fundó Society of Music Therapy and Remedial Music  en 1958 (hoy British Society for Music Therapy).
En Estados Unidos se abrió el camino hacia la musicoterapia a través de los músicos que acudían como ayuda terapéutica a los hospitales de veteranos de la Primera Guerra Mundial. En 1950 se fundó la American Music Therapy Association, desarrollándose congresos, revistas y la formación de profesionales.
Centrándonos en España existen referencias al uso terapeútico de la música a principios del siglo XX, cuando el Dr. Candela Ardid publica el libro “La música como medio curativo de las enfermedades nerviosas”, donde expone sus experiencias con pacientes psiquiátricos (Betés, 2000).
En los años setenta se publica, en España, la primera tesis doctoral sobre musicoterapia: “Musicoterapia para niños autistas. Historia de la musicoterapia española” (Poch, 1973) y se desarrolla en 1975 el primer curso de introducción a la musicoterapia, impartido por el Dr. Rolando Benenzon en Madrid; debido al interés que originó en 1977 se organiza el I Symposium nacional de musicoterapia, donde se constituyó la Asociación Española de Musicoterapia (Sabbatella, 2004).

3 - ¿Es necesario saber música?¿Cómo se especializa alguien en musicoterapia?
En España la musicoterapia es una formación de master, existe formación en distintas universidades y centros, en los que te piden una licenciatura o diplomatura previa y en todas las que conozco te piden además una formación musical. En concreto en el Instituto música arte y proceso, donde yo me he formado nos hacen exámenes de improvisación musical con tu instrumento.
Además de exigirlo para la formación, creo que es necesario tener conocimientos de música, ya que es tu herramienta terapéutica y necesitas tener un control sobre lo que estás haciendo musicalmente en la sesión.
 
4- ¿Qué tipo de personas o pacientes se benefician más de ellas?
Los objetivos serían muy diferentes, pero dentro del ámbito hospitalario, creo que se podrían beneficiar cualquiera de los pacientes, siempre y cuando la música sea para ellos algo agradable, no es necesario que tengan conocimientos previos de música. Incluso podría ser beneficioso para los familiares que se ocupan del cuidado de esos pacientes.
Esta terapia podría beneficiar a poblaciones diversas, pero el musicoterapeuta deberá tener la capacidad de variar las actividades y objetivos en función del paciente y la demanda de este o los objetivos terapéuticos.

5-¿Cómo han de ser las sesiones para que se consideren terapia? Descríbelas, por favor.
Para que se considere terapia las sesiones tienen que tener objetivos terapéuticos, ser desarrolladas por un musicoterapeuta y debe establecerse una relación terapéutica entre paciente y terapeuta.
En cuanto a la estructura de la terapia, contará con una fase de valoración de la persona; una fase de desarrollo en la que se trabajan los objetivos y se va revisando la evolución del paciente; y cierre de la terapia, cuando el paciente lo decida, cuando se hayan alcanzado los objetivos, o cuando no nos veamos capaces de seguir ayudando a esa persona.
 Las sesiones pueden tener diferente forma, normalmente cuanta con: un caldeamiento, con actividades para conectar con el paciente y hacer una pequeña evaluación de como viene hoy; desarrollo, diferente  para cada paciente, sesión, momento del proceso terapéutico,… en el que se utilizan distintas técnicas y herramientas, activas o receptivas; y cierre, se puede hacer a través de distintos medios (musical, plástica, verbal...) y sirve como conclusión de lo sucedido durante la sesión.
Las técnicas activas se refieren a aquellas en las que el paciente participa activamente tocando instrumentos, cantando, bailando,… Las técnicas receptivas son aquellas en las que el paciente recibe la música, ya sea en vivo tocada por el terapeuta, o grabada. En general se utilizarán ambos tipos de técnicas con los pacientes. Sin embargo habrá pacientes con serias dificultades para trabajar con técnicas activas, como personas con parálisis, en esos casos será necesario trabajar desde técnica receptivas, o adaptar las activas de alguna forma que les permita participar. 

6- ¿Cómo puede ‘medirse’ el efecto de la musicoterapia?
El efecto de la musicoterapia se va observando con la evolución de los pacientes a lo largo de las sesiones, es normal trabajar con una cámara de video que nos permite: durante la sesión, estar en el “aquí y ahora” con el paciente, y tras la sesión, observar lo que ha sucedido.
Tras las sesiones se relaizan revisiones de las conductas que queremos observar en función de los objetivos y se pueden registras con diferentes tablas o cuestionarios ad hoc que nos sean útiles en función también de esos objetivos. 
Por otro lado, también existen distintos cuestionarios para valorar distintos comportamientos que suceden en las sesiones de musicoterapia como por ejemplo:
Escala MIR (Mercedes Pavlicevic, 1995) para definir los rasgos comunicativos característicos del paciente y ver su evolución en esta área.
Escala AQR para valorar el contacto y la interacción paciente terapeuta, así como su evolución.
Instrumento de valoración musicoterapéutica en rehabilitación neurológica (Thompson, Arnold y Murray, 1990) para conocer el nivel de competencia de las funciones afectadas y resiguales de las distintas áreas, valorar el posible uso rehabilitados de la música, y ver la evolución del paciente.
Protocolo de valoración musicoterapéutica de Cohen y Gercike (1972) para valorar al paciente en las primeras sesiones con información previa sobre su contacto con la música, e información sobre sus habilidades musicales, creatividad, motivación, objetivos terapéuticos, etc.
Valoración de la participación musical (Baxter) para ver la evolución de los pacientes en su participación musical durante las sesiones.
Procedimiento de valoración musicoterapéutica de Boxhill (1985) valora las áreas: motora, de comunicación, cognitiva, afectiva y social y su evolución dentro de la terapia.

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